Las lágrimas del
duelo en Ocros

UNA MATANZA DE SENDERO LUMINOSO EN LAS ALTURAS DE AYACUCHO

Luego de más de tres décadas de silencioso duelo los restos de una familia asesinada por la violencia terrorista son identificados y velados. Esta es la historia de pérdida y ausencias de una familia en los andes peruanos que recién ahora pudo sepultar a los suyos.

Textos: Leslie Moreno | Fotos: Leslie Searles | 04/02/2018

Haydee Morales Limaco regresa 34 años después al lugar donde Sendero Luminoso asesinó a su familia. Llega a la casa en la que creció en las alturas de Ayacucho. Un cuaderno de tapa rosada con la imagen de niños jugando yace en el piso de una de las habitaciones. Es la única memoria de ese hogar.

La madrugada del 17 de enero de 1984, miembros de Sendero Luminoso llegaron a Paccaypampa, ubicada en el distrito ayacuchano de Ocros, y acribillaron a 25 personas: dos de ellos eran los padres de Haydee, Claudio Víctor Morales Olarte, que era Teniente Gobernador, y su esposa Catalina. También asesinaron a su tía (hermana de su padre) y abuelo paterno. Los senderistas asesinaron a sus víctimas frente a sus cinco hijos menores de edad. Sus vidas nunca más volverían a ser las mismas.

Documento: Casos del departamento de Ayacucho ordenados según provincia, distrito, centro poblado y fecha
Documento: Casos del departamento de Ayacucho reportados a la CVR
Cuando asesinaron a sus padres, Haydee tenía seis años. En setiembre del 2017 volvió a Moyoc para enterrar - luego de 3 décadas- a sus padres, tía y abuelo. Miles de familias de las víctimas mortales del conflicto armado y la violencia terrorista ocurrida en el Perú durante casi 20 años no pueden velar y enterrar a sus padres, hijos o hermanos. Muchos aún esperan la exhumación e identificación de los restos en alguna zona de entierro clandestino.
Los hijos sobrevivientes de los Morales Limaco tuvieron que huir de Moyoc para continuar con sus vidas bajo la protección de otras personas. Antenor, de 12 años; Raúl, de 10; Haydee, de 6; Liliana, de 4 y Sonia, de un año y medio, se fueron a vivir con sus tíos, abuelos y amigos de la familia.

Liliana, la hermana de Haydee, murió 11 años después de la matanza, cuando tenía 15 años. La familia dice que fue como consecuencia de ese episodio de violencia, que afectó su
salud mental . Las convulsiones y delirios en los que nombraba a sus padres cesaron en el Hospital 2 de Mayo, de Lima. Según la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), tres de cada diez sobrevivientes han sido testigos de matanzas.

Extracto: Capítulo 1, Secuelas psicosociales
Los cuatro miembros de la familia Morales habían estado sepultados sin ser identificados adecuadamente en los alrededores de Paccaypampa. Los restos fueron trasladados luego a otro lugar. Pero recién en setiembre del 2017, los pobladores construyeron los nichos para volver a enterrar a la familia, solo que ahora ya habían sido identificados por el Ministerio Público. Esta vez sí hubo un velorio. Los familiares prepararon la comida y bebida para todos los acompañantes.
Para el velorio de la familia Morales la comunidad se unió. Prepararon los nichos, acompañaron a los fallecidos durante toda la noche hasta el entierro, haciendo turnos para no dejar los ataúdes solos en ningún momento. Durante la madrugada, a Sabina, hermana de Catalina Limaco, una de las víctimas, le ganó el cansancio, o tal vez el ajetreo.
Los ataúdes recorrieron varios lugares antes de llegar a Jacaspampa, a un día de caminata de Paccaypampa, lugar de donde los Morales eran oriundos . Los velorios se realizaron un viernes de setiembre y los cuerpos fueron sepultados luego del almuerzo al día siguiente .

Durante el velorio, uno de de los pobladores más antiguos entonaba:

San Gregorio Yayallanchik purgatorio ucumanta almacuna qapariqta, cai simihuan uyarirqa. Jatariyá qonqaq runa puñuiraqchum chayasunki qampa juchallaikimantam huatasqaña rupachcani. La Canción de San Gregorio,
un cántico en honor a los difuntos, es una ayuda espiritual. A través de la oración de los vivos los que se marchan obtienen el descanso que sus almas necesitan.

Video: La canción de San Gregorio, cántico en honor a los difuntos
La Comisión de la Verdad y Reconciliación identificó 2.234 sitios de entierro ubicados en Ayacucho. En los últimos años, la Comisión de Derechos Humanos (Comisedh) reportó 1.818 lugares adicionales en esta región. Sin embargo, de los más de 4.000 solo se han identificado casi la mitad.

Artículo: Las prendas que relatan el horror
El pueblo se preparó para los entierros del día. Los intentos por recuperar los restos de sus familiares llevaron a muchos de ellos a recordar los graves momentos a los que fueron expuestos como víctimas directas.
El 92% de las víctimas de la violencia fueron civiles, el 70% de los casos ocurrieron en Ayacucho, Huánuco y Junín, y el 12% de los afectados fueron menores de edad. El mayor porcentaje de víctimas eran quechuahablantes o vivían en los andes.
Guilherme Canela, alto representante del Programa Memoria del Mundo de la Unesco, comparó el Registro Único de Víctimas (RUV) del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos con el diario escrito por Ana Frank antes de fallecer en un campo de concentración en Alemania y con los expedientes del juicio a Nelson Mandela en Sudáfrica. Los archivos registran más de 9 mil personas desaparecidas por Sendero Luminoso o las Fuerzas Armadas. Cifra que ha evolucionado de los 5.300 identificados por la CVR y de los más de 8.500 de la Defensoría del Pueblo el 2004.

Como consecuencia del
indulto otorgado por Pedro Pablo Kuczynski al expresidente Alberto Fujimori, condenado por corrupción y homicidio, diversos funcionarios del ministerio dedicados a los temas de reparación y DDHH renunciaron a sus cargos.

Investigación: Una tumba de datos.
La entrega de cuatro cuerpos se hizo un viernes de septiembre del 2017 en Huamanga y Ayacucho. Hasta entonces los restos habían estado sepultados en lugares clandestinos sin ser identificados.
Los años no curan el dolor por la ausencia . Un poblador de los alrededores, que ayudó a enterrar los cuerpos la primera vez, lleva consigo la foto de Claudio Morales Tipe, abuelo de Haydee. Hace 34 años los cuerpos fueron enterrados clandestinamente en los alrededores de Paccaypampa a 3.000 m.s.n.m.
El cortejo fúnebre del entierro de la familia Morales fue acompañado por unas 40 personas, casi todos los pobladores de Jacaspampa.
Sorayda, hija de Lucila y nieta de Claudio Morales, asesinados aquella madrugada, sostiene una foto de su abuelo.

Durante el conflicto y la violencia, las mujeres sufrieron
violaciones a sus derechos más elementales. La violación sexual, la tortura como medio para obtener información sobre familiares, el reclutamiento forzado para trabajo, las uniones forzadas y el desplazamiento de familias enteras son parte de los horrores que describe el informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR).

Documento: El impacto diferenciado de la violencia
No todas las familias de las víctimas de la violencia en Ocros pueden identificar aún a sus muertos. Siete de los 25 cuerpos no han sido exhumados por las constantes lluvias y aluviones en la zona, que han dificultado el rescate, según los mismos pobladores. Más de 148 mil víctimas en solo dos décadas, 33 mil de ellas fueron registradas como muertas o desaparecidas y más de 6.878 lugares de entierros. En la actualidad, todavía hay cientos de peruanos inscritos en el Registro Único de Víctimas (RUV) como desaparecidos, mientras que sus restos permanecen en el anonimato y olvido de fosas clandestinas. * * *